Ana Olivera: una despedida que honra una vida de compromiso

10.12.2025

La Cámara de Diputadas y Diputados despidió hoy a Ana Olivera, una compañera cuya trayectoria es, en sí misma, una lección de servicio público, coherencia y sensibilidad social. Mujer de izquierda, militante incansable, gestora seria y humana, Ana deja su banca, pero no deja ni dejará jamás el impacto profundo que su paso ha tenido en la vida política y en la vida de tantas personas.

Su nombre está ligado a algunas de las políticas sociales más importantes del país. Desde su trabajo en el Ministerio de Desarrollo Social, como intendenta de Montevideo o como legisladora, su sello fue siempre el mismo: mirar a los más vulnerados, escuchar antes de proponer, construir antes de imponer, y recordar que la política es una herramienta para transformar realidades, no para acumular méritos personales.

Ana Olivera es de esas figuras que hacen que la palabra "compromiso" tenga peso. Su historia personal marcada por la militancia, la cárcel, el exilio y la resiliencia no se convirtió en un relato para recordar, sino en un motor para actuar.

Ana nunca dejó que la distancia entre el Estado y la ciudadanía se volviera demasiado grande; trabajó siempre para acortarla.

Su sensibilidad con las políticas de cuidados, la vivienda, la niñez y la inclusión social ha sido una referencia ética para todo el sistema político.

En la Cámara, Ana se destacó por su capacidad de dialogar sin renunciar a sus convicciones, por su rigurosidad en los proyectos que impulsó y por su modo de ejercer la política con seriedad y respeto. Fue una legisladora que honró la palabra dada y buscó acuerdos donde muchas veces parecía imposible encontrarlos.

Su despedida no marca un vacío, sino un legado: el de hacer política con vocación, con escucha y con ese sentido profundo de responsabilidad colectiva que la caracterizó toda su vida.

Un gracias que es más grande que una banca

Hoy, al cerrar esta etapa, le decimos gracias.

Gracias por su firmeza.

Gracias por su mirada humana.

Gracias por poner siempre en el centro a quienes más lo necesitan.

Gracias por recordarnos que la política la verdadera, se hace con trabajo, sensibilidad y compromiso.

Ana deja la banca, pero no deja la huella: la de una mujer que dedicó su vida a construir un Uruguay más justo, más solidario y más digno para todos y todas.